Últimamente todo parece silencioso
y es en esa calma en que se oculta el día
donde me voy perdiendo poco a poco.
Le doy la mano al viento que llega aletargado
hasta envolverme entre su melodía
y en un estero de profundas aguas
sumerjo las verdades de mi vida.
Tengo la osadía de increpar
al momento en que me encuentro,
aveces inestable, con la mente perdida
en ese manantial que nunca llega
o en ese estero que al principio había.
Entonces avanzo, como esa aventurera
que sigue la huella que no encuentra,
como cegada por la madrugada,
como aturdida por la espesa niebla.
Caigo en abismos casi interminables,
recojo piedras y arrastro las cadenas,
mas es la noche la que me acompaña
a descubrir los brillos de mi esfera.
Y allí me quedo absorta y retenida
contemplando las cuatro lunas nuevas,
el cinturón de estrellas palpitantes
y una celeste estela que centella.