martes, 8 de septiembre de 2009

ESPEJISMOS

Un pequeño toque sobre una tecla había sido suficiente para penetrar en un mundo que hasta ese instante desconocía.Estaba allí, se aparecía ante mí intenso y secretamente vedado, como no queriendo romper su silencio, como manteniéndose oculto ante mi ojo. Recorrí con la mirada cada punto y cada coma y entre tanto signo encontré al fin palabras y sentimientos cautivadores. Palabras sutiles y profundas emergían de aquél majestuoso río, sensaciones conocidas que, involuntariamente, se atrevían a penetrar cada célula de mi cuerpo. Ya no sé ni quien eras,ese nombre era tan fantasioso como un espejismo en medio del camino. Aún así me sentí impulsada a conocer esa alma que se me aparecía tan genuina y perfecta.Había en esas palabras la transparencia de un cristalino manantial que, efervecentemente burbujeaba ante los latidos dulces de un corazón que sufría. Plasmé en unos segundos mi primera impresión, dejé un testimonio de mi paso sobre esas aguas y luego continué mi marcha, inadvertida, entre tanta música que sonaba a mi paso. Por momentos me sentí  como un náufrago en medio de una isla pero en tan sólo unos segundos me encontré caminando de nuevo sobre tierra firme, anclada una vez más al sociego de mis días taciturnos.
Inesperadamente, aplacada en el silencio de mis días, te vi llegar en una tarde de olvidos y recuerdos; te aparecías ante mi casi inadvertida pero luminosa y sutil como las aguas de aquél manantial que no retrocede ante la avalancha que le sorprende en medio de su noche. Atesorando el silencio, con calma y serenidad, fui penetrando en medio de los sauces y los aromos, recorrí los verdes campos que ofrecías a mi vista, sofoqué tu llanto en mi consuelo y anticipé mi mano para compartir el dulce vino que tu copa sostenía. Entreabrí mis alas e intenté volar sobre tus días pero siempre, inevitablemente, mis alas volvieron a plegarse ante la indiferencia.Comprendí que las almas ocupadas expanden ondas de dolores infinitos, que aveces los gritos impulsados al viento no son más que ahogos que han quedado atrapados como huellas de tantos infortúneos, que las ausencias dejan huellas que jamás desaparecen y que en medio de los días claman para ser resueltas.
Los recuerdos son como una plataforma sólida en medio del vacío; sostienen el cansancio y los desvelos, mantienen a flote los sueños inconclusos y refugian de las inesperadas tormentas. Recuerdo tu voz como la cristalina música que en algún momento me sostuvo, música con silencios y corcheas, notas ocultas y aún no creadas que fueron perdiéndose en medio de tantas esferas que llenaron tu universo. Recuerdo la creación de tu palabra, melódica en medio del ardor mordaz de un sentimiento y del inquietante sopor de un abandono. Recuerdo la danza cortejante de unas aves, una gallina de la pasión que lucía sus colores y extendía sus alas sin lograr inmutar con sus gorgeos. Recuerdo los espejismos creados por mi mente, los reflejos inconsistentes que me impulsaban a alcanzar esa fuente que se me aparecía tan dulce y transparente, espejismos que se perdieron en la aurora y que hoy no son más que recuerdos.
Aprendí a aceptar el intervalo del tiempo,aprendí a separar las aguas y a beber de ellas; dulces aguas de la ribera, salobres aguas del mar. Aprendí a sofocar el sentimiento, aprendí a regocijarme con el perfume de tus bosques de eucalipto y a perderme en medio de los trigales que tan bien describías en medio de tus palabras. Aprendí a conocerte, aprendí a quererte, aprendí a olvidar. Aprendí también a modificar conceptos que habían marchitado mi alma, aprendí que debajo de cada piedra hay un trozo de vida que se niega a morir. Aprendí que en un segundo se transforma el universo y que en medio de la ausencia un espejismo puede ser real.