Olorosos frutos de verano penetran en mis venas
y absorben ya mi sangre que se tiñe de rojo.
Son los frutos maduros del amor infinito
que penetra mi cuerpo cada vez que te veo;
los frutos más sabrosos que humedecen mis labios
y que nutren mi aliento palpitante y sediento.
Tú,...alimento de mi alma,verdor de las praderas,
rosal entrelazado que abraza mi presencia,
te vienes acercando oculta entre la arena,
dormida entre las hojas de cada primavera.
Y entonces ya la tierra comienza a ser frontera,
y en ella cada gota de agua me penetra,
y entonces cada nota me atrapa cual si fuera
el canto que sostiene mi vida en una esfera.
Giro,incesante y torpemente giro,
aletargada por el transitar perdido de mis pasos
y antes de caer en profundos vacíos
me cojo de tu mano y me rebelo.
Me reconozco ante el espejo de la vida
como una sincronía de desvelos osados,
y antes de arrepentirme y volver al pasado,
permanezco inmutable como un libro ya viejo.
Se abren mis hojas en medio de la nada,
desteñidas por el sol que las quema
y en medio del desierto mi sosiego se abruma,
nostálgico en la espera de tu presencia eterna.
Amor interminable que mi sendero pisas,
sangre de mis mañanas y bruma de mis quimeras,
ven a coger mis manos,ven a besar mi boca,
ven a escribir tu nombre entre mis hojas secas.