Aveces las esperas dejan el tiempo suspendido como gotas de rocío en medio de las hojas. Pasan las estaciones y comienzan a caer una a una hasta convertirse sólo en guijarros inertes. Son esperas de sueños que abrazan esperanzas, esperas de anhelos doblegados por el tiempo, esperas de ambiciones interminables que acometen nuestros pensamientos, ajenas a nuestro propio control. Son esperas que tienen el poder de doblegar la voluntad de alcanzar la libertad, son esperas de incansables luchas aún no terminadas, esperas de ansiedades revividas una y otra vez.
Vemos la derrota cabalgar noche y día a nuestro encuentro y nos esforzamos por esquivar sus embates, más de alguna vez cogemos la flor equivocada y sentimos en nuestros dedos clavarse las espinas de una rosa de apariencia bella. Intentando calmar el dolor. entrecruzamos las manos y, en un sólo instante de descuido, nuestro corcel comienza a cabalgar desenfrenadamente conduciéndonos al borde del precipicio.
La sabia naturaleza del alma nos conoce desde siempre y nos habla al oído. Es un murmullo de callada voz que sólo puede ser escuchado en medio del silencio. Es una voz poderosa que nos trae el consuelo y nos llena de esperanza, es una luz que brilla en medio de la oscuridad para impulsarnos a vencer la derrota, dibujando en el cielo lo bello que está por venir.
....................................
En un instante, en medio de mi derrota, rodeada por la soledad que me habían dejado las ausencias, tuve la osadía de pedir al universo lo que me estaba siendo negado, el encuentro con aquél ser que debía existir no tan lejos de mi pero cuyo camino aún no se había cruzado con el mío. Tuve la valentía de reconocer mi pequeñez y de entender que buscando por cuenta propia jamás le encontraría . De ese modo, entregué mi dolor, mis anhelos, mis esperanzas y mi fe pero, por sobre todas las cosas, entregué a Dios el amor que él se había encargado de sembrar en mi alma para que fuese él quién dispusiese de todo lo que era suyo a su propia voluntad. Me dejé guiar, me entregué a una conducción externa que iba iluminando mi camino y orientando mis pasos sin prisa alguna. Ahora habían otros ojos que estaban viendo por mi, acercándome lentamente al destino que había sido trazado para mi vida.
En alguna parte había una estrella emitiendo vibraciones que sincronizaban perfectamente con las mías, una estrella esperando por un sueño que no era otro que mi propio sueño. Una estrella que por fin encontraría y que podría alcanzar, una estrella que sería mi reflejo perfecto convertido en amor.
......................................
...Y llegaste tú...resplandor de mis días y de mis noches, tú,...ave mía que volando errante te negabas a amar sin detenerte. Sabes también cuánto lastiman las espinas de las rosas perfumadas. Hemos esquivado las rosas porque sabemos del dolor que causan las heridas pero hemos aprendido a percibir la diferencia que existe entre una rosa roja y una rosa blanca. La roja me apasiona,...la blanca me enternece pero la rosa rosada me enlaza a tu corazón con la calma de un amor infinito que es alimentado cada día con la gracia de Dios.
TE ESPERABA...
TE ENCONTRÉ...
TE AMO