Tengo ante mis ojos la silueta transparente de mis manos,
desvinculadas entre si por el íntimo concepto de
la independencia,
mientras en mi memoria queda aún el recuerdo
de unas manos
aveces empuñadas, de unas manos quizás entrelazadas,
de unas manos también despedazadas.
Se me confunde por momentos el recuerdo
cuando quiero abrazar el desperdicio de
los años que han muerto;
entonces, otra vez, vuelvo a mirar mis manos
para perderme en ese cruel vacío
que fue absorviendo los días, los meses y los años.
Mis manos tienen recuerdos no olvidados,
guardan el frío del invierno y el calor del verano,
el frescor de la brisa en primavera y del otoño
el soplo atormentado.
Mis manos guardan caricias que jamás prosperaron,
caricias que esperaron,caricias que abrazaron,
caricias que impregnaron el mágico torrente y que un día ,
entre mis manos,...
se marcharon.
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