
Era ya tarde y yo sentada ante el espejo me dejè vencer,
dejè que cuatro rayos traspazaran los muros
y torpemente me acurruquè en mi almohada....
caì en el sopor de una penumbra
y lentamente acariciè tu espalda.
Era la noche un carrusel de sombras
que se estrellaban como torbellinos
y mi silencio un ìntimo latido
que no dejaba nunca de crecer.
Entonces te mirè,
me aturdì consternada con tus ojos dormidos,
vacié el sociego de tu eterna calma
y sucumbì al encanto de tus besos.
El tiempo se detuvo como un clamor nunca escuchado
y cada instante perpetuò el deseo;
la insospechada calma de tu risa se me hizo presente
y tu inquietante cuerpo palpitò indefinido.
Mis manos torpemente sembraron melodìas,
interpretaron notas de pìcara sapiencia
y asida a los peldaños de una escala perfecta
te fui reconociendo tan sola e indefensa.
Entonces te mirè; presente en lo profundo,
tan càlida y amada que casi me ofendìas
y atònita en tu canto de mùsica perfecta
palpitè indefinida dormida y casi ausente.
,
No hay comentarios:
Publicar un comentario